Es una alegría enorme saber que tendremos un estadio nuevo. Un
orgullo para todo hincha fanático como yo. Pero eso será para más adelante,
cuando realmente lo disfrutemos semana a semana.
Por
estos días hay en mí una mezcla de nervios, tristeza, melancolía y no sé cuántas
cosas más.
Pensar
que pedí a mi familia que si algún día me pasaba algo, mis cenizas sean desparramadas
justamente allí. Sí allí donde desde chico nunca más pude parar con esta pasión.
Vienen
a mi mente los primeros años de la década del 70, cuando por
falta de dinero no podía dejar de ir a ver a mi querido gallo, Así que había
que tratar de colarse por el paredón que daba a las vías y caer en
los baños, arriesgándome a caer en la cabeza de algún policía que a veces
custodiaba ese lugar (cosa que paso alguna vez, pero era otra época, se pedía
permiso al policía y dejaba pasar).
Pensar
que cada vez que venía en el tren y se acercaba el Urbano, ya me acomodaba para
verlo.
Luego,
de grande, ya con auto, lo mismo. Cada vez que paso por el frente de nuestra
querida cancha, se siente algo especial y ni qué hablar si venimos acompañados
por alguien que no es del gallo, Siempre hay algún comentario de mi parte, para
que quede en claro que ese es para mí un lugar sagrado.
Momentos alegres, también tristes, pero por sobre todo
pudimos vivir momentos.
Y
ahora que sabemos que ya no estará, será imposible no derramar alguna lágrima. Y
ni qué hablar cuando ya no esté, Cuando pasemos con ese mismo tren o auto y el Urbano
ya no esté.
Así
que habrá que volver a conversar con la familia y pedir que, a partir de ahora,
habrá un nuevo lugar para que descansen mis cenizas.
Hasta
siempre Estadio Francisco Urbano. Nunca te olvidaremos.
Daniel Venturini
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Firmá tu comentario, con tu nombre, apellido y tu dirección de correo electrónico.