Imaginaba ser el Peludo

"...era el patio de juegos de los chicos del barrio".
Hola, amigos de La 94 Sport, Soy uno de tantos hinchas que vivió momentos inolvidables en ese lugar único que es la cancha de Morón.

Nací y viví hasta el año 67 en la calle Sucre, ahí nomás de la cancha, la que era el patio de juegos de los chicos del barrio. Para mí, una de mis otras casas. La otra estaba en Vialidad, en la casa de la familia Olivera. Allí fue donde empecé a sentir este amor por el club. Ir a la cancha, jugar a todo lo que se pudiera, desde ir a buscar monedas abajo de las tribunas de madera o jugar en las hamacas o el tobogán que estaban donde ahora está la tribuna local.

Correr atrás de un pelota, imaginando ser el Peludo. Hacer goles olimpícos como Ochoa. Atajar como Bargas. Defender como el polaco Semenewicz, que el día que debutó lo anunciaron como lo que terminó siendo, una leyenda del club.

Ojos de niño, que se asombraban con esos líos que se armaban con Chicago o con All Boys, que en el 65 quemaron una bandera y se repudrió todo. O cuando ascendió Quilmes ese mismo año y vinieron con un globo con forma botella. Cuando vino Colón con un montón de jugadores negros, de esos que veía en el Billiken cuando hacía la tarea de la escuela, pero estos eran de verdad y los más grandes decían que eran unos jugadorazos.

No tengo tantos años. Sólo tengo memoria lejana, porque ese tiempo fue como un sueño para mí. Hasta el día con Unión, que el sueño se hizo realidad y se ascendió. Después empezaron a escasear las alegrías. El niño creció y el club siguió siendo parte de su vida,

El domingo iré a la cancha después de muchos años,

Lloré y no entendi nada esa mañana en Varela. Fue tan triste como la tarde del 77 en Caseros. La última vez que fui a la cancha fue la tarde de Español, Me dio más bronca cómo algunos tontos rompían el club que el resultado mismo.

Tuve la suerte de ver varias vueltas olímpicas. En el 68 acá, en el 70 en la Isla Maciel, en el 80 en el parque San Martín, y en el 90 otra vez en casa.

Dios quiera que vuelva la suerte con la nueva cancha y que el Urbano descanse en paz, junto con todas las alegrías que vivimos ahí, en ese lugar único que es la cancha de Morón. Nuestro teatro de los sueños. Nos vemos todo el tiempo, querido Urbano.


Mario Cofone

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